20. Jorge Luis Borges: Proyectar y construir milagros.

 

No lo recuerdo, pero antes, Alfredo, mi padre, y Borges, uno de ellos, construían en su encuentro físico ,sin quererlo, la arquitectura de mi vida, el primero con los actos de un hombre fuera de su república, y el segundo con su muerte.

Es preciso indicar que el causante de ese encuentro fue un arquitecto, Walter, que proyectó y construyó puentes en la vida de muchas personas, entre las cuales me encontraba yo como acompañando a mi familia, entre tantas, que las cruzó. 

Murió un jueves, pero se lo contaron a él un lunes, y ese suceso precipitó el regalo de un objeto personal de un familiar directo de Borges a mi padre. "Un Borges"(Así le decía mi padre a ese objeto que lo acompaño en momentos cruciales) "- Te tenía mucha estima, espero lo aceptes". Un grato recuerdo que tengo memoria contado en la mesa en casa, el famoso objeto que mi familia conservó con el aprecio y admiración a esta destacada y brillante familia, a Nolberto como a Jose Luis Borges, el genio.

Ahora bien, desde niño, muchas imágenes y conformaciones espaciales habían ya cruzado mi retina y me trasladan a los escenarios temporales de la marcha que habían decidido tomar mis padres en otras repúblicas, sin embargo, todos estos recuerdos eran vagos en los espacios de la mente, desde la ventana y el cielo gris limeño, el valle sagrado del Urubamba, los Andes eternos, la selva del matto groso, y finalmente Constitución con sus trenes para llegar a Quilmes. Todo recuerdo me era inconsistente, sin estructura espacial que modelaran el escenario y me haga recordarlo, y asi fué hasta que Jorge Luis  "pasa", mediante su prosa, esta vez por el pequeño Sebastian y ya no por Alfredo. 

Lo que esta consciente esta vivo, algo así dicta el dicho, y lo había descubierto unos años antes con el primer recuerdo continuo, el amplio jardín de la escuela. Pero para ser más preciso, uno se inicia a esta conciencia no solo cuando se descubre el si mismo físico, sino cuando proyecta en el espacio un vinculo con el territorio que lo domina, una extraversión y auto proyección física y geométrica. Y eso ocurrió un par de años después, alrededor de los 11 años.

Ocurrió en la casa de la familia de mi madre, que esta en el sur de la metrópoli limeña, donde habia dos habitaciones contiguas, la segunda a la derecha, un recinto vacío, o al menos así lo recuerdo, un espacio con tan poco tiempo ocupado durante la semana que me hizo acercarme a el, me llamaba la atención como la luz amarilla de la ventana bañaba un estante de unos libros empolvados y antiguos. El afán curioso de un niño o hombre no imagina ni conocerá hasta descubrirlo todos los peligros o satisfacciones que pueden generarle sus impulsos y contradicciones. 

Entre todos esos libros me llamó la atención un par que me dominó e hizo que todo girara en torno a el, no en un punto ni en una intersección, sino en un espacio, como "El Aleph" me lo explicaría después. "El Aleph" y "Ficciones" me generaban una tensión desconocida solo por recordar que su autor era el mismo de las historias que Alfredo nos contaba y les contaba a sus amigos Máximo, Albino y Hugo en Villa Devoto Argentina. La cabaña, el doctor Nolberto, los "Cantos" de la Sra. Aidé, y otros cuentos relatados por Alfredo con el humor que le caracteriza, pero eso si, si había alguien quien no caia en sus bromas y fantasías humorísticas, ese era Jorge Luis Borges. Mi padre me explico luego de varios años que la propia familia del escritor le dijo: "demasiado brillante para entenderlo sin un poco de distancia y escala". Siempre estaba proyectando y construyendo.

Solo recuerdo que miré los títulos que más me atrajeron en ese momento, siendo "El inmortal" el primero, "Las ruinas circulares" y "El Aleph", escogido por tratarse del titulo. 

Quedé pasmado a pesar de no entender mucho, y la consecuencia inmediata tras leerlos era que me sentía en un lugar distinto a un cuarto, aun tengo en la mente la sensación de cambio de escala al culminar el ultimo párrafo del segundo cuento sobretodo, no podía creer que tanto se podía imaginar y construir. Un mundo entero desde el Sur, un espacio virgen que era principio y fin a la vez. El mago gris que desembarcó sin memoria ni antecedentes para crear el sueño del sueño, y como este le dio un sentido a su vida y a su muerte, las ruinas y el dios del fuego, el saber quien era y quien es y quien sería. El espacio no intersectado, la esfera en todas las partes. Las ruinas eternas de los trogloditas inmortales.

No miento al decir que mucho de lo leí no lo entendí inmediatamente, pero aún así, en la inexperiencia de lector, Jorge Luis era capaz de describir remota y geometricamente el espacio y con ello su conformación, en un momento de ese trance aparecía de manera directa y pura la conformación espacial, no era por tanto necesario comprender los adjetivos desconocidos, que le daban otro nivel de riqueza seguro, sino solo con sus adverbios que acompañaban a los actos, anunciaba que lo que venía eran lugares fantásticos para un niño. 

Arribo a él en esos tres cuentos y comprendí poco a poco con el pasar de los años, que esa primera lectura de Las ruinas circulares, El inmortal, y el Aleph, formaron en mi una mirada espacial de lo que ocurría allá afuera, las distancias, las escalas, las formas. Comprendí luego que él era un maestro de la proyección y construcción, donde las figuras iban adquiriendo escenarios en la realidad, pude notar, con el pasar de más tiempo y al regresar a esos tres cuentos, como iba creciendo y creciendo la escala del espacio hasta no tener un frontera física sino que poco a poco iba adquiriendo la condición espacio -temporal de lo relativo a lo desconocido, que define y orienta, como en el cuento "El Aleph", hacia un portal que mira al cosmos, y que si es el verdadero Aleph te ayudará a orientar y apreciar lo verdadero.

Miento al decir que pensé todo esto a tan corta edad pero no miento al afirmar que Jorge Luis me enseñó luego, con la capacidad de su arquitectura, que había afuera otras escalas, otros espacios y otras formas, que un niño solo lo empezó a imaginar y a fantasear gracias a él.

De allí que Borges sea un arquitecto, su capacidad proyectiva y constructiva es para quien le presta atención un gran puente a otro cosmos, uno que ha construido con elementos tectonicos un sueño, uno que verbo a verbo conforma las estructuras de su mundo que atraviesan el espacio todas las superficies soñadas. 

La cualidad de Borges como arquitecto es, y según creo, ser portal para quienes ven en su figura un fantasma, o Genius loci, capaz de enseñar a soñar y a hacer soñar, en hechos y circunstancias, a quienes amas con el milagro de la proyección y construcción.


Sebastian Najarro, Lima, 10 de Julio del 2022.

  

 





 

  




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